24 diciembre 2011

FELICES FIESTAS Y PRÓSPERO 2012!

Mucho se habla últimamente de los variados significados del 2012: los cambios que trae, las crisis,  las oportunidades y hasta del fin del mundo!

Quisiera recordarles, humildemente y desde este foro que los cambios no vienen solos. Los cambios los creamos nosotros aprovechando oportunidades, cambiando la manera de ver las cosas, navegando nuestro interior cotidianamente para encontrar el camino verdadero de la felicidad.

Y algo curioso: si bien se mira el mundo cambia cada día. La vida no se repite a sí misma nunca, ni aún con una rutina estricta. Cierto es que cada día sale el sol y luego la noche, cierto también que luego de un día otro viene y sin embargo es siempre diferente.

Y también nosotros cambiamos constantemente, pequeños cambios las más de las veces, aún imperceptibles pero ahí están y ahí estamos siempre distintos, siempre originales.

Les propongo estas fiestas intentar ver en cada persona con quienes compartamos un momento los cambios que han operado en ellos. Desde lo más evidente como las ropas y el cabello hasta lo más profundo como alguna palabra o un gesto que muestren un destello del alma. Y les propongo también buscar los cambios en lo que los rodea porque hasta lo que parece permanente también cambia.

Finalmente obsérvense uds. mismos, los cambios que han pasado desde hace un año, cinco años, diez, y así remontarse hasta la niñez. Observemos en nosotros mismos cómo hemos cambiado pero también qué es aquello que ha permanecido inalterable a través de los años. Porque algo hay que nunca cambia, algo que no necesita de mantenimiento, maquillajes, cirugías, análisis. Algo que ilumina con la misma intensidad del primer día, algo que nunca envejece, que nunca se quiebra ni se lastima ni se desgasta, algo que brilla en la mirada y nos devuelve en un instante la juventud aparentemente perdida. Ese algo que es eterno y que nace con cada uno de nosotros, pero también ilumina todo aquello y aquellos que nos rodean.

Ése es mi regalo hoy para todos uds., recordarles que en este universo perfecto del que somos parte: NADA SE PIERDE, TODO SE TRANSFORMA.


La transformación, el cambio es belleza en movimiento. Ése es el regalo para todos nosotros, un regalo que está allí para aquel que sepa apreciarlo. 

11 octubre 2011

Resistencia y flujo.



Hace ya un tiempo que quiero referirme al tema de la resistencia y su relación con la energía. Es un tema que considero de gran importancia porque, como toda verdad absoluta, y por tanto incontestable se manifiesta tanto en el plano físico como en el intelectual, emocional y espiritual. Y debo decir que, como regla de vida sólo considero verdad a aquello que se verifica en todos los planos de la existencia de igual forma: tanto es arriba como abajo. 




En términos físicos: La resistencia eléctrica de un objeto es una medida de su oposición al paso de corriente.




El otro día escuché una verdad tan simple como lógica que me llenó de alegría: "No somos entes físicos tratando de vivir una vida espiritual sino entes espirituales aprendiendo a vivir una vida física" Si logramos entender las leyes físicas absolutas e incontestables que rigen la vida en el plano físico sin dudas comprenderemos su accionar equivalente en otros planos. 


Esto que suena tan lógico, tan frío, que está muy bien para pensarnos como seres que responden a un orden -aunque desconozcamos mayormente ese orden- no alcanza si sólo tengo la palabra, mí palabra subjetiva para probarlo.Y el tema me daba vueltas en la cabeza: ¿Cómo puedo expresarlo de manera que el principio de resistencia se entienda en otros planos no físicos? ¿Cómo puedo probarlo en el discurso, cuando no tengo acceso directo para demostrarlo físicamente? 


Apliqué en mí este mismo principio y en vez de resistirme a la corriente permití su paso: si lo que busco es una respuesta y no permito el paso de la corriente que me trae esa respuesta interponiendo continuamente la pregunta genero resistencia. Si aquieto la mente, si propongo la pregunta y dejo luego el paso libre a la llegada de la respuesta, ésta se presenta en forma más o menos inmediata. Y así sucedió.


Esta mañana, en ese momento entre el dormir y el despertar recordé una película que ví en mi adolescencia y que dejó huella por su creativa manera de presentar el tema de la resistencia. Ya entonces sin saberlo el tema me interesaba sobremanera. La película se llama "Laberinto" Con Jennifer Connelly y David Bowie. Trata de una adolescente que se resiste, como todo adolescente, al proceso que lleva de la infancia a la adultez. Sus padres le dejan a su hermanito, un bebé apenas, a cuidar por unas horas. El bebé es raptado por el Rey de los Goblin y para recuperarlo la protagonista debe ir a buscarlo a un laberinto en un mundo fantástico. Bastante le cuesta llegar hasta el laberinto cuando frente a las murallas advierte que no hay puertas de entrada, por más que camina y corre no encuentra por dónde pasar. Se desespera, corre más, gasta más y más energía, se resiste a la idea de una muralla sin entradas. Eventualmente, agotada se detiene. Y es entonces, en la quietud, que descubre que, de hecho, la muralla estaba plagada de entradas sólo perceptibles a la mirada atenta. 


Entonces recordé uno de mis cuentos favoritos de Kafka: "Ante la Ley". "Ante la Ley hay un guardián. Un hombre del campo se acerca a este guardián y solicita permiso para entrar en la ley, pero el guardián dice que en este momento no le puede permitir la entrada..." La puerta de entrada está abierta. El hombre del campo la vé ante él, sólo unos pasos que lo separan de lo que viene a buscar. El guardián no hace nada más que cuidar la puerta. No acciona físicamente pero lo amedrenta con su figura, con sus palabras: le promete que luego de él y de ésa puerta hay otras puertas y otros guardianes a cual más fuerte e intimidante. El hombre hace todo lo que se le ocurre por convencer al guardián para que lo deje entrar. Pasan los días, los meses, los años. La puerta de entrada a la ley siempre abierta y siempre el guardián custodiándola. Finalmente al hombre le llega su hora y antes de morir interpela al guardián: "-Todos tratan de llegar hasta la ley -dice el hombre- ¿Cómo es que durante todos estos años a excepción mía nadie ha exigido la entrada?. El guadián se da cuenta que el hombre ya está cercano a su fin y, para llega a su oído, que ya se extingue, le grita: - Nadie más que tú podía conseguir la admisión por aquí, porque esta entrada estaba destinada sólo a tí; ahora me voy y la cierro."


Todos buscamos la entrada, la puerta, el camino, la manera. Pero esa puerta, esa entrada ese camino que sólo nos corresponde a nosotros SIEMPRE estuvo allí. Lo extraño es que no sólo no la vemos sino que incluso frente a la puerta, al camino, a lo que más deseamos nos decimos que no es posible, que no podemos. ¡Cuantas veces escuché decir "no puedo" ante las más insignificantes tareas! ¡Cuántas excusas ante el simple respirar! Resistencia pura y simple. Y en ése resistir ¡Cuanta energía desperdiciada! Energía de vida: ¡Nuestra energía, nuestra vida! ¡Cuántos libros leídos, cuántos consejos de amigos, familiares, sacerdotes, profesionales de la salúd y gurúes varios! Se nos va la vida buscando puertas que nos resistimos a atravesar. Y no es que allí termine la cosa, atravesar la puerta no es más que el comienzo pero un comienzo que marca un antes y un después, un comienzo cuyo empuje nos arrastra con su inercia hasta la meta. Y la puerta siempre allí, muerta de risa. Y uno siempre del otro lado, haciendo fuerza para entrar o negándose de plano a dar el primer paso. Porque el exceso de empuje tanto como la inactividad son las dos caras de la misma moneda: tanto se resiste el que quiere ir más rápido de lo que puede como el que no quiere avanzar en absoluto. 


La resistencia provoca un gasto extra de energía. La cantidad de energía extra necesaria para vencer la resistencia depende de la oposición del objeto... o del sujeto. 


Todos venimos a este mundo equipados con un cuerpo físico y sus instrucciones de uso están almacenadas en nuestro cerebro. Cantar es una de las funciones naturales de este cuerpo con el que nacemos y sus instrucciones de uso están también alojadas en nuestra mente. Yo no enseño a cantar sino a encontrar el canto. Yo sólo puedo señalar la puerta, sólo puedo guiar hacia ese archivo que contiene toda la información. Pero la información, el manual de uso, el "programa" está dentro de cada uno. Yo no puedo atravesar puertas ajenas, sólo ayudar a encontrarlas. Puedo hacerlo porque primero encontré la mía y la atravesé. Luego ayudé a otros a encontrarla y, salvo aquellos que con férrea actitud se resistieron, aquellos que sí se animaron llegaron tan lejos como su propia pasión los llevó. 


Mi pasión, mi deseo es ayudar a formar el coro universal donde cada quien aporte su única, bella e indispensable voz. Pero sola no puedo porque mi deseo depende del deseo de todos ustedes, del amor y la pasión de todos nosotros por integrar ese coro universal tan disonante en estos tiempos como en tiempos anteriores. Lograr la armonía interna necesaria para lograr la armonía universal requiere del deseo de ser felices. La pasión, que es amor mas esfuerzo, es la corriente poderosa que nos arrastra hasta la meta dorada. La pasión y la felicidad son el centro gravitatorio, el corazón de la vida.

11 agosto 2011

El Aprendizaje Liberador

Es cierto que no escribo diariamente para este blog. Y me apresuro a decir que no es falta de interés y dedicación sino más bien el entender lo definitivo de una publicación en Internet. Gentes de todo el mundo pueden leer mis publicaciones, mis palabras. Y no digo esto con soberbia sino con la consciencia del alcance que este medio tiene: una persona cualquiera de cualquier parte del mundo busca información, ingresa ciertas palabras a los buscadores y ahí, quizás, en una inmensa lista, aparezca un link a este blog. Y cuantas más personas ingresen en este blog, más veces y cada vez mejor posicionados surgen estos links y así sucesivamente, cual bola de nieve.

Cuando veo tal desarrollo claramente no puedo sino sentir una gran responsabilidad en cuanto a lo que escribo. No puedo sino ser absolutamente consciente de mis palabras, más aún cuando sé cuánta vehemencia arrastra mis palabras tanto habladas como escritas o cantadas.


El tener voz propia conlleva responsabilidad. El acceso a un medio de difusión, incluso a uno tan multitudinario y democrático como lo es internet obliga a ser responsable en el mensaje. También el acceso a la vida social exige ser conscientes de nuestros actos.

Como soy consciente ahora que estas palabras no reflejan la realidad que vivimos: como cualquiera accede a este medio, parecería que la responsabilidad se diluye: "si todos lo hacen..." Pero bien sabemos que ampararse en el anonimato que ofrece la multitud no es excusa valida desde la ética.

¿Qué tiene que ver ésto con el canto? Pues mucho sino todo. Tiene que ver con cada momento de nuestras vidas, tiene que ver con lo conscientes que somos o no somos respecto a cada cosa que hacemos y decimos durante el transcurso de nuestra vida. Y no me refiero a la autocensura, sino a la comprensión última de los motivos que nos mueven sean conscientes o inconscientes.

Sucede una y otra vez en cada clase que doy: mi tarea consiste más que nada en guiar a cada alumno en el autoconocimiento de su propio cuerpo, mente y espíritu como instrumento único e irrepetible de la propia expresión. Tarea que no puede llevarse a cabo sin ser plenamente conscientes. Y la consciencia lleva responsabilidad. Una y otra vez observo el empeño erróneo por dominar, someter aquello que en verdad debe ser comprendido y acompañado. Una y otra vez me veo interrumpiendo un esfuerzo denodado y frustrante por querer expresar lo que se desconoce por medios igualmente desconocidos, esfuerzo inútil por dominar aquello que es uno mismo y la tremenda paradoja: ¿Quién domina y quién es dominado? y la respuesta lógica y evidente: el que domina es el dominado, el que observa es el observado. 


Comprender que no hay división, que cuerpo mente y espíritu son uno solo y lo mismo. Ver claramente que cada parte es indivisible del total, que cada individuo es parte indivisible de la sociedad, y la sociedad parte indivisible del universo que habita, que uno es el mundo y el mundo es uno, en fin: la parte no es divisible del todo, y si ataco la parte ataco el todo y si ataco el todo ataco la parte. Si me daño daño a los otros, si daño a los otros me daño a mí mismo. Que no puedo dominar sin ser, a mi vez, dominado.

Y es entonces que observo el mundo alrededor y veo que lo que sucede en las clases no es diferente a lo que sucede en lo cotidiano. Desde el empeño individual en aprender a cantar, a comer con palitos en vez de cubiertos o practicar un deporte, (por poner ejemplos), hasta el empeño colectivo como el elegir gobernantes, asistir a una protesta y hasta el extremo del vandalismo y saqueo como los que observamos con asombro suceder en Inglaterra veo el mismo hilo conector: El desordenado, excesivo, ininteligente desgaste de energía: Ser a una vez el cuerpo y el tumor que lo consume. En todos los casos es lo mismo: se busca dominar lo que se desconoce, se ataca el efecto y no la causa. Se intenta por cualquier medio re-mediar, es decir, encontrar paliativos, atar con alambre, arreglar lo que es sin saber qué es ni cómo funciona. Y lo más grave aún: sin tener idea de porqué se quiere arreglar lo que evidentemente no funciona. Y es que nunca se arregla: si nos tomamos apenas unos minutos para comparar la desvensijada, infinitamente remendada realidad con el ideal, es fácil ver que la brecha entre lo real y lo ideal es abismal.

Y es que la dominación, el sometimiento violento generan resistencia, y como cualquiera que entienda un poquito de física o de electricidad sabe: la resistencia consume más energía. Y lo mismo se aplica a cualquier
situación ya sea física , mental, espiritual, social, económica, etc. Pero de las formas de resistencia y sus efectos ya voy a referirme en otra oportunidad.

Las antiquísimas culturas asiáticas hace ya milenios aprendieron que los procesos una vez en marcha, como el de la naturaleza, responden a infinitas variables que no se pueden dominar sino acompañar.

Un jugador de Fútbol me dijo una vez que el mejor jugador no es el que más corre sino el que está parado en el lugar justo en el momento exacto. El buen jugador no corre, no se impone con violencia sino que sabe ubicarse, acomodarse, el que ve no sólo su oportunidad sino el desarrollo general no sale a buscar la pelota sino que le cae a los pies y generalmente bien acomodada.

"Siéntate a la puerta de tu casa y verás pasar el cadáver de tu enemigo" o también "Quien corre detrás de lo que busca no permite que aquello que le pertenece lo alcance".

La manera occidental conoce sólo una manera de accionar: la dominación. De la dominación se desprende la idea de superación. De superar y dominar deviene la idea del enemigo. Y al enemigo se lo ataca. Si no estamos conformes con algo, ese algo se convierte en nuestro enemigo, si no estamos conformes con quienes somos nos convertimos en nuestros enemigos. Y al enemigo se lo ataca: al problema se lo ataca, al orden o al caos se lo ataca, al cambio se lo ataca, al aprendizaje se lo ataca. Siempre ese obstáculo por delante, esa zanahoria inalcanzable que, si lo pensamos, ni siquiera podemos explicar porqué la deseamos tanto.

Desconocemos los motivos, desconocemos las causas, desconocemos el funcionamiento, desconocemos las razones, desconocemos incluso que desconocemos. Y en irreflexivo ataque enfrentamos lo que se nos cruce, la vida misma.

Con visión y conocimiento acotadísimos pretendemos ir detrás de lo que queremos. sin saber si es lo que queremos, si es lo que nos conviene ni cómo obtenerlo.

Si desde nuestra más tierna infancia se nos enseña a atacar lo que sea que se interponga a nuestros antojos ¿Es entonces tan extraño que actuemos de ese modo? Si violencia es lo que percibimos, si el ataque y la dominación es nuestro leiv motif ¿Podemos esperar respeto, comprensión y paz? ¿Puede acaso una sociedad violenta con historia y deseos imperialistas criar hijos pacíficos, bondadosos y respetuosos de sí mismos como de los otros?

Gran parte de mi tarea en una clase es destacar la idea, tan combatida por la misma estructura social, de que aprender no es dominar sino ser conscientes de un proceso, en este caso del canto. Cantar es un proceso que requiere la comprensión del aparato fonador y sus funciones no sólo desde lo teórico sino también desde lo práctico. Para ser conscientes al punto de ser capaces de comprender es necesario que la mente especulativa detenga su impulso de dominar lo que sucede para dar paso a la atención absoluta y así percibir lo que realmente sucede.

La atención, la percepción concentran toda la energía en un foco. Para que esto suceda es necesario que la energía no se disperse en movimientos vacuos ni procesos mentales fútiles. Comprender no es un ejercicio mental sino, por el contrario un permitir, mediante la quietud, que surja y se muestre por sí mismo aquello que se desea obtener. Cantar es en todo sentido un ejercicio natural que cuerpo, mente y espíritu conocen y reconocen como capacidad estructural. Aprender a cantar no es sino el camino de reconocimiento consciente de aquello que ya es parte de nuestras funciones naturales.

Así también la imaginación y la creatividad no pueden aprenderse en sí mismas sino que lo que se aprende es a permitir que surjan, que se revelen a sí mismas. Lo que aprendemos es a abrir la puerta.

Es fácil entender que no puede expresarse creatividad sin la libertad. Y no puede haber libertad donde hay control y dominación.

Pongamos otro ejemplo: cualquiera que hubiese experimentado la pesca tradicional con caña, tanza y anzuelo sabe bien que la paciencia y la quietud son básicos en esta tarea. Concentrar la atención por el tiempo que sea necesario: no es simplemente quedarse quieto a esperar, es enfocar toda la energía en la atención absoluta, como el gato ante su presa, ese instante en que instintivamente el animal se inmoviliza completamente y es todo músculos tensos y ojos abiertos, oreja parada y naríz húmeda y temblorosa. entonces de un salto cae la presa, de un tirón se engancha al pez, ahora pescado.

De igual manera se atrapa la imaginación, la creatividad. Podría dar miles de ejemplos pero creo que ya está suficientemente claro: desconocer los motivos, las razones, las causas, las formas lleva al error del intento de dominación, de la reacción sin sentido, del desgaste de energía vital. La disciplina violenta es la contracara del caos uno lleva al otro y se retroalimentan, generando un círculo vicioso que demanda cada vez más energía y maquillaje para disfrazar lo real de ideal.

El ataque no es sino una carrera alocada hacia el abismo. Sin quietud no hay comprensión, sin comprensión no hay acción efectiva. El dominar al otro o a uno mismo es ver la vida como un objetivo al que se ataca y todo lo que me rodea es mi enemigo incluso mi cuerpo, mente y espíritu: todo es material a dominar. En tan belicoso estado hallar la paz y quietud necesarias para comprender y acompañar los cambios y crisis que son parte de la vida es absolutamente imposible. Ni hablar de aprender. La paz nada tiene que ver con la violencia, uno no lleva a lo otro: no se tocan, no son coincidentes, no pueden estar un un mismo espacio. La paz y la violencia son estados absolutos completamente distintos, caminos totalmente dispares. Y sea dicho de paso: al amor no se lo conquista, se lo acepta.

Si tuviese que explicar todos los males del mundo, todos los sufrimientos y frustraciones, toda manera violenta de realizar nuestros deseos lo haría con una sola palabra: Codicia.

Codiciamos lo ajeno, lo que se nos muestra, lo que se nos oculta, lo que no tenemos y de lo que tenemos codiciamos más. Al punto de poner en riesgo lo que más amamos, lo que más nos enorgullece, lo que ya tenemos por conseguir aquello que codiciamos. La codicia es violencia en estado puro.

Y la codicia nos ciega hasta tal punto que no vemos que lo que queremos ya lo tenemos, que no hay más que detenerse unos momentos, respirar hondo... y dejar que la felicidad nos alcance.


20 julio 2011

Rejuvenecimiento Mental con ondas Schumann

El sonido puede afectarnos para bien o para mal. Es una onda comparable a la luz que viaja a una velocidad más lenta. Pero al igual que la luz afecta la materia y por tanto el cuerpo humano y el cerebro mismo reacciona a sus vibraciones. Aquí les dejo un video con ondas Schumann incorporadas para crear un efecto rejuvenecedor neuronal. ¡Que lo disfruten!

05 julio 2011

De Belleza y de Límites.

Una alumna me preguntó hace poco a qué edad la voz pierde el buen sonido.

Entendí que lo que me preguntaba era si tenía sentido para ella el trabajo vocal, si acaso era ya tarde para intentarlo.

Pero también comprendía que sus temores se fundaban en dichos y supuestos basados más bien en el costado más competitivo, y por tal, limitado del ejercicio de arte y en general del ser humano.

Inmediatamente le dije lo que creo y cotidianamente compruebo: una voz sana, en práctica vocal sana Nunca pierde su buen sonido. 

Este sonido puede, debe y va a cambiar ya que la voz no es más que la representación sonora de nuestro estado físico, mental y espiritual. 

Tal cambio no debe restar ni limitar sino por el contrario, ha de sumar calidez, calidad, expresividad y sobre todo habilidad en uso de las herramientas del instrumento vocal. Aquello que se practica regularmente y con placer no puede sino mejorar.

Incluso una mente, espíritu y cuerpo perturbados, si logran liberarse en el ejercicio del arte son tan capaces como cualquier otro de crear belleza. Y quien crea belleza se embellece. 

Y sí: los parámetros físicos, al cambiar, al madurar, van a afectar directamente al color, rango y forma. 

¿Pero es ésto "malo" per se?

¿Acaso es malo cambiar, crecer, madurar?

Particularmente encuentro delicioso el percibir estos cambios, la forma en que la vida misma se revela en el momento de expresión artística en un nivel más profundo del alcanzado por la voluntad.Y es que la voluntad del individuo se encuentra superada en aquel instante donde se entrega completamente a la expresión de belleza artística, y es entonces, en ése fluir del éxtasis que encuentro yo el reflejo de lo Divino, de lo universal
.  
Cierto es que para el canto lírico estos cambios que vienen con la edad no lo favorecen. Pero esto se debe más bien a que el canto lírico es a la música lo que el deporte de alta competición es a los juegos: una tarea más que un placer, o tal vez un ejercicio donde el placer pasa por la habilidad técnica y la competición.

Y la competición es, sin dudas, básicamente la comparación con los otros. La competición es una manera a veces solapada, otras (las más) claramente una forma de violencia. El floreo es un acto de soberbia. Es cierto que la voz, que el cuerpo es un instrumento, pero el ser humano es más que un simple instrumento por bello y refinado que sea, así como la vida es más que simplemente lo que produce. 

No existe la competencia sin el deseo de sobresalir, y para sobresalir hay que sobrepasar comparativamente al otro: hay que derrotarlo.

Desde luego que los físicos jóvenes y las mentes ayunas de experiencias son las más capacitadas para cualquier tipo de competencia. Desconocen el dolor pero también el placer. Ser joven implica no tener miedo pero socialmente se nos instruye desde nuestra más tierna edad a aceptar, reverenciar y temer a la autoridad con la promesa de, alguna vez, si es que nos sometemos completamente, llegar a ser nosotros la autoridad. 

Autoridad que nos compara, nos castiga y nos premia violentando nuestra escencia. La autoridad introduce la noción de miedo a lo desconocido, a lo diferente e inmediatamente se propone como fuente de rectitud, conocimiento y seguridad. De tal manera la autoridad diluye la angustia de enfrentar lo desconocido, nos entregamos "al que sabe". Los más jóvenes son, por tanto, material maleable y deseable por su virginal e indefenso estado y a tal estado, por mera conveniencia, se le otorga el calificativo de belleza.

Una habilidad formada por otros, al estilo de otros con el fin de complacer a otros produce el mismo placer que la exposición y competencia de animales adiestrados. O los concursos de belleza de niñitas. O las competencias de niños deportistas. Y tantos otros ejemplos igualmente terribles.

Un alma sensible se horroriza al comprobar que lo que se celebra y premia es, en definitiva, el quebranto de la voluntad del otro.

Se me dirá que los premios incluyen riquezas y comodidades. Les responderé que una jaula de oro es todavía una jaula. 

Pero quien sólo ve belleza en el efímero momento en que el capullo se abre en flor desconoce, criminalmente, la belleza de la semilla abriéndose en planta, de la flor naciendo en fruto y del fruto desarmándose en semilla. 

La belleza se encuentra en cada sutil detalle del proceso que se repite sin límites en su fragilidad, en su lento devenir, en la sucesión de vida y muerte que al fin son una misma cosa. Y sobre todo en lo único e irrepetible que se desprende de este movimiento de ser que se multiplica en innumerables posibilidades.

¿Y de dónde viene ésa tremendamente injusta, ciega, violenta idea de que la belleza tiene parámetros universales?

Pues de la misma historia violenta, ciega y tremendamente injusta de la humanidad, que se encadena en violencias similares devenidas en estructuras y sistemas.

La competición, la comparación, la violencia nada tienen que ver con el arte y la belleza.

Y no creo que estos conceptos sean extraños a ningún espíritu.

Claramente No estoy diciendo con ésto que el canto lírico y el deporte de alta competición sean malos. ¡En absoluto!

La pasión, la entrega absoluta a la superación y refinamiento son absolutamente encomiables siempre y cuando sea una decisión personal. Quienes encuentren placer en ello no pueden evitar siquiera el dejarse llevar por esa fuerza imparable que es la pasión. Forzar esa pasión en quien no la siente es una tarea ímproba cuyo resultado es el sufrimiento y la frustración.

Pero la alta competición también significa reglamentos, formas preestablecidas de entender y de ejercer una habilidad. La rigidez implícita en la estructura, en el comme il faut va en detrimento de aquello que es cada vez más dificil de encontrar:   La Creatividad.

Donde hay límites se limita la creatividad porque, justamente, lo que se busca es delimitar un campo de ejercicio. Y la creatividad, digámoslo de una vez, es justamente el ejercicio pleno de la libertad de acción y pensamiento en cualquier campo. La libertad y la limitación no pueden existir simultáneamente como dos cuerpos no pueden ocupar el mismo tiempo y espacio. La limitación y la libertad son absolutos no graduables: se es libre absolutamente o se es limitado absolutamente. Por tanto tampoco puede enseñarse a ser creativo, sino a utilizar correctamente, hábilmente, adecuadamente las herramientas necesarias para la expresión de la creatividad sea ya física o intelectual.

Suena razonable, y sin embargo incomoda un poco ¿Verdad? Provoca el escozor de lo revolucionario, de lo anárquico. Y sin embargo no es sólo una idea peregrina producto de una mala noche de sueño, es también la palabra y el entendimiento de grandes como Beethoven para quien según propias palabras, ninguna regla es más importante que la belleza. Y ciertamente el genial sordo rompió sin pruritos más de una regla de estilo, tanto que fué el creador e iniciador de lo que hoy conocemos como Estilo Clásico. Ni más ni menos.

Para Einstein  la imaginación es el primer paso hacia el conocimiento, y sin dudas la teoría no es sino un ejercicio pleno de la imaginación, donde quien tenga mayor creatividad y libertad de pensamiento se acercará más a la verdad. (recordemos a Colón, Galileo Galilei, Newton y Nicolai Tesla, ente otros)

Shakespeare "robaba" palabras al francés, el español y cualquier otra lengua que explicara mejor lo que quería expresar. El genio no se detenía ante los límites de la lengua. Tampoco Cortázar ni Arlt que han defendido a capa y espada su derecho a expresarse como mejor les sirviera. Dalí, Picasso, Pollock no se molestaron por acatar mansamente las reglas del estilo sino que las utilizaron como catapulta de nuevas formas de producir su arte. También lo entendieron así Charlie Parker, Miles Davies, Thelonious Monk, Piazzolla y tantos y tantas más.

Pero no me crean a mí, ni a tantos y tan grandes genios, intenten lo que ellos creían su primordial e inalienable derecho: piensen, razonen, mediten por sí mismos, con sus propios medios y como si nada se hubiese dicho ni escrito. Sin orgullos traten de llegar a la verdad por amor a la verdad misma. 

La primera cárcel es la mente: allí es dónde están los grilletes del miedo, del tiempo, de la limitación. Porque sentimos lo que pensamos y el cuerpo hace lo que la mente le pide. Sin excepción. 

Mi padre suele decir que con las computadoras no hay forma de razonar, ni violentar: ellas hacen exactamente lo que se les pide, de manera que si no obtenemos de ellas lo que deseamos es porque no les damos la orden correcta.

¿Cómo podemos dar una orden si no sabemos qué ordenar?

Tal vez debamos comenzar por reconocer nuestras limitaciones intelectuales, y el intelecto siempre está limitado por el conocimiento, y como es humanamente imposible recavar en una vida absolutamente todo el conocimiento del universo, es pues, imposible para el ser humano confiar completamente en un intelecto limitado. La estructura no es más que la limitación del conocimiento a un contexto dado.

La inteligencia es otra cosa. La inteligencia es ilimitada porque no depende del conocimiento acumulado: lo utiliza como herramienta pero lo supera, como el herrero supera al martillo. 

No, no me desvié por el camino de los maizales. Esta, en apariencia, gigantesca elipse nos devuelve al lugar de donde partimos: la limitación físico-temporaria de la voz.

El cuerpo no hace más que lo que la mente le pide. La inteligencia ágil siempre va a encontrar maneras de superar, saltear, rodear y/o utilizar cualquier parámetro dado para expresarse creativamente, libremente, completamente. 

Más allá de la competencia y la comparación existen nuevos horizontes sin límites esperando ser explorados.
Y la inteligencia es una cualidad que puede ejercitarse mas no asirse, y aunque los estructurados insistan en hacernos test y puntuar nuestras capacidades, la verdad es que no son más que límites impuestos por aquellos que necesitan una estructura para sentirse seguros dentro de sus barreras.

La estructura es el bastón del miedo.

Y la técnica no es nada sin el deseo irrefrenable por expresarse.

Pero el ser humano ha sido creado libre y completamente dotado para ejercer esa libertad, como cualquier otra criatura viva. 

Cuenta la historia que cierta vez una pianista muy dotada le pregunta a Mozart qué se necesita para ser una compositora genial como él. Mozart le responde que para ello requerirá largos años de estudios con grandes maestros, que deberá aprender historia, armonía, varios instrumentos, otros tantos años de práctica y finalmente, quizá, algún día llegaría a componer algo decente. 
-¡Pero Maestro- se queja la artista- Ud. compone desde los seis años!
- Cierto es. ¡Pero yo nunca le pregunté a nadie cómo hacerlo!

No renunciemos a la libertad que nos pertenece por derecho, no nos entreguemos a los miedos, a las comparaciones, a las supuestas limitaciones. 

La belleza no tiene límites ni conoce de perfección. Los límites y la perfección no son sino ideas y lo ideal se rinde ante la grandeza de lo real. Siempre.

03 junio 2011

Canciones del Despertar

Todos tenemos alguna conexión con canciones cuyas letras o melodías nos llegan hondo y despiertan todo tipo de emociones.



Algunas son lugares comunes: por ejemplo al enamorarnos o al finalizar una relación casi todas las canciones de amor parecen haber sido creadas pensando en nosotros.

Las hay otras que nos remiten a la infancia, a la adolescencia, a alguien que quisimos mucho y ya no está, a unas vacaciones, y tantos etcéteras.

La música está tan conectada a lo emotivo y lo subconsciente que todos, absolutamente todos tenemos un soundtrack de nuestra vida.


Pero existen también canciones, con o sin letra, que parecen conectarse profundamente sin tener, a veces, una aparente relación con nuestros recuerdos o estados emocionales actuales.

Estas canciones estén tal vez, probablemente, llamando recuerdos largamente olvidados, otros traumas, deseos inconfesados, momentos felices como también dolorosos.

Les propongo un interesante ejercicio de reconocimiento: cuando encontremos esas canciones que nos son tan atractivas sin que podamos explicar porqué, intentemos bucear esas emociones que se despiertan dentro nuestro, esas palabras y melodías son claves que seguramente encierran mucho de nosotros que tenemos el derecho y el deber de conocer, enfrentar y valorar.


¡Conócete a tí mismo!


Cierto es que tales ejercicios requieren de coraje y pasión: la pasión por entendernos, comprendernos y aceptarnos, para así poder reconectarnos con el universo que nos rodea tal cual como lo hacíamos cuando transitábamos los primeros años de vida.

En esos tiempos éramos como lienzos en blanco, completamente abiertos a la percepción, maravillados con el mundo e incapaces de juzgar, aceptando el amor, el deseo y la maravilla sin condiciones. En esos tiempos éramos todo curiosidad y contento, sin dudar que seríamos protegidos y amados sin saber porqué, sólo tomándolo como una verdad absoluta e incontestable.


"El infierno son los otros"- dijo Jean P. Sartre. Poniendo en relevancia lo difícil de las relaciones humanas. Y son éstas relaciones, que son parte de la vida, las que tanto nos afectan para bien y para mal.

Pero la relación más difícil sea tal vez la relación con uno mismo, tironeados por el afuera y el adentro ¡Qué difícil se hace el encontrar un sano balance!

Existen variadas formas de buscar tal balance: desde la psicoterapia, la psiquiatría, la meditación y tantísimas terapias que van desde las ciencias hasta lo esotérico.





No es mi intención entrar en debates, sólo decir que no existe lo bueno ni lo malo sino lo adecuado y lo inadecuado. El autoconocimiento es un camino tan personal como lo es el ser religioso.

"Caminante no hay camino" Es cada quien que, sintiendo esa profunda necesidad de encontrarse a sí mismo, hartos de ser esclavos de la angustia, la furia, la depresión y el drama; saturados de ponernos palos en nuestras propias ruedas es que uno inicia una búsqueda por caminos que, si han de llevar a la verdad, no pueden ser indicados ni precedidos por otros. Tal vez, y con mucho cuidado de no interferir, acaso ser acompañados. La palabra del otro puede acercar otro punto de vista pero nunca es definitivo. Sólo nosotros tenemos el deber de hallar las respuestas.

Por tanto no existen fórmulas y mucho menos mágicas para llegar a ése lugar al que sólo podemos llegar por nosotros mismos por que está destinado sólo para cada cual. Tú lugar, mí lugar y el lugar de otros es tan único y particular como nuestra vida, como nuestras huellas digitales, como nuestro ADN... como nuestra Voz.

Y ese camino toma tiempo, paciencia, coraje y mucho amor. Ese amor que se aprende a través del conocimiento, ese amor que crece cada día, que hasta cambia y se redefine constantemente. Ese amor que se siente en la intimidad, ese mismo amor es el que nos debemos a nosotros  primero. Porque nadie puede dar lo que no tiene.


La música es una manera como tantas de arrimarse a ese ser casi desconocido que somos. Toma paciencia y tiempo porque la intimidad toma tiempo. Toma coraje y aceptación porque seguramente vamos a encontrar en nosotros muchas cosas que no nos agradan y que no aceptamos a primera vista. Pero la comprensión y la intimidad van creando un lazo tan profundo con nosotros mismos, con quienes somos, que lentamente aprendemos a amarnos sin creernos ni más ni menos que lo que somos: ni ángeles ni diablos, simplemente únicos, una maravillosa, particular y única expresión del universo.



13 mayo 2011

Instrucciones para Cantar

Quiero compartir con ustedes un pequeño gran texto.

Puede parecer extraño. bizarro, imposible... pero les aseguro que refleja exactamente lo que debe hacerse al cantar.

No es común ponerlo de esta forma, pero es cierto. Tampoco es común que un escritor entienda un arte que le es ajeno, pero no estoy citando a cualquier autor.

Julio Cortázar, por cierto, fué un gran intuitivo además de un gran intelectual. Ambas condiciones necesarias para llegar a ser, no sin esfuerzo, un gran artista.

Presten atención y no tomen a la ligera estas "Instrucciones para cantar". Les aseguro que es un buen resúmen de lo que cada día intento, (tal vez con menos eficiencia, pero con más tiempo y paciencia), transmitir.

Si acaso logran comprender estas palabras y llevarlas a la práctica sin duda lograrán resultados estupendos.


"Instrucciones para cantar"

Empiece por romper los espejos de su casa, deje caer los brazos, mire vagamente la pared,  olvídese. Cante una sola nota, escuche por dentro. Si oye (pero esto ocurrirá mucho después) algo como un paisaje  sumido en el miedo, con hogueras entre las piedras, con siluetas semidesnudas en cuclillas, creo que estará bien encaminado, y lo mismo si oye un río por donde bajan barcas pintadas de amarillo y negro, si oye  un sabor de pan, un tacto de dedos, una sombra de caballo.

Después compre solfeos y un frac, y por favor no cante por la nariz y deje en paz a Schumann.

- Julio Cortázar.
Historias de Cronopios y de Famas.



Tal cual, les juro, cantar es eso... Cantar es meterse muy dentro de uno, olvidarse del mundo, y dejar que el sonido salga solo. Y luego dejar que esa voz nos muestre imágenes y sensaciones que más tienen que ver con lo onírico, con lo que llevamos escondido en lo más recóndito antes que cualquier cosa que escuchemos en la radio o en MTV.

Entonces ocurre la maravilla: el fascinarnos con esa voz que es propia pero no es, por que no la controlamos, porque somos a la vez el cantante y el auditorio, porque lo que sucede va más allá de nuestro control e imaginación. Y éso es cantar: es emocionarse y emocionar a una vez. Cantar es ser todo voz y todo oídos.



05 mayo 2011

La alegría de Cantar

El cantar es, sin dudas, una de las formas clásicas de expresar alegría. Pero también pena. El canto está claramente conectado a las emociones.


Es efecto, pero también causa de nuestras emociones, se retroalimentan: Cuando estamos felices naturalmente sentimos la necesidad de cantar. Lo mismo cantar nos devuelve la alegría. Igualmente podemos estar muy contentos hasta que escuchamos una canción que nos trae recuerdos o nos sugiere ideas tristes.

Podemos entonces ya dejarnos llevar por los sentimientos e incorporar la canción, o podemos utilizar sus melodías para transformar nuestros sentimientos.

Es un buen ejercicio, que todos podemos permitirnos, el investigar, probar y comprobar cómo la canción nos afecta y cómo afectamos a la canción.

No es un ejercicio fútil: por un lado nos va a permitir establecer lazos con quienes somos, con nuestra singular humanidad, y aún fortalecerlos. El autoconocimiento mismo. Por otra parte semejante ejercicio nos abre las puertas de la percepción, e incluso ahondar en ella.

Así es: algo tan simple, tan poco valorado como cantar y escuchar, si lo permitimos, si nos ponemos a ello con seriedad puede introducirnos en algo igualmente serio e importante: el autoconocimiento y el desarrollo de la percepción.

Y no quiero dejar pasar el tema de la seriedad: uno debe ser absolutamente serio en el disfrute, tanto como en el reconocimiento del ser. De hecho, nada hay más importante en la vida que saber disfrutar y conocerse lo suficiente para permitirse ese disfrute. Viene junto con otras necesidades básicas como el respirar, hidratarse, alimentarse y refugiarse. Entre la necesidad de preservar la vida se enlaza la percepción y el disfrute. Y todas estas necesidades, incluso el placer y el auto reconocimiento, se desarrollan desde la cuna.

Sin disfrute, sin placer la vida carece de sentido. Suena duro pero veremos que es cierto: ¿Porqué queremos tener un hogar placentero y cómodo? Sin el placer, sin el disfrute lo mismo da vivir en una mansión que en una cueva. ¿para qué queremos cosas bellas, ropas agradables, comidas sabrosas, licores deliciosos? ¿Por qué nos rodeamos de personas que nos son agradables como amigos y familia? ¿Para qué asistimos a espectáculos, museos, parques, leemos libros etc.? ¿Porqué algunos buscamos incluso la trascendencia del ser?

¿Es acaso una mera cuestión de estatus, una búsqueda de la aprobación ajena? ¿O es acaso para proporcionarnos placer y disfrute en el transcurrir de nuestra vida?

Detengámonos en esta cuestión, no es banal el preguntarse el porqué de nuestra búsqueda, la motivación real de tanta fatiga y tanto esfuerzo.

Si hacemos lo que hacemos para agradar a otros, para ser considerados, para obtener la aprobación ajena, mejor no seguir leyendo. Este blogg no es para esos ojos. Una sola consideración al respecto: Nunca, jamás lograremos la completa aceptación de parte de los otros. Nunca alcanzaremos la felicidad si la felicidad depende de otros.

Si la respuesta que nos damos es que hacemos todo lo que hacemos y nos esforzamos como lo hacemos es básicamente para darnos placer a nosotros mismos , si incluso cuando damos placer a otros nos complacemos,  entonces entenderemos la importancia, la seriedad del asunto.

Volvamos al canto. El cantar, en realidad crear belleza de cualquier manera, es en principio un acto de amor hacia nosotros mismos. También es un acto de reconocimiento y aceptación de nuestro ser, de nuestra única manera de ser.

La aceptación es siempre un acto de amor, es siempre una forma de amar y amarnos sin razones ni porqués. Amar seriamente nuestra forma de expresarnos nos valida ante nosotros mismos y ante los otros.

"Porque estoy en este mundo para ser quien soy y aportar de esa manera, mi única manera, a la diversidad que hace bella la vida. Soy belleza porque tengo vida, soy todo lo que debo ser porque soy. "

Y una vez que aprendemos a complacernos a nosotros mismos, ya sea a través del arte, de la sensualidad, de darnos lo que necesitamos para perdurar en la existencia es que aprendemos a amarnos. Cuando aprendemos a amarnos aprendemos a dar y amar también a otros. Cuando aprendemos a pararnos con pié firme en la existencia, cuando reconocemos y expresamos la melodía que vive en nosotros es que podemos entonces acercarnos al ensamble universal, al maravilloso coro de la vida. En completa armonía.

Te propongo aprender y manejar las herramientas del canto, como una seria, clara y absolutamente disfrutable manera de encontrar tu propia armonía.